jueves, 26 de septiembre de 2013

Sobre el (des)equilibrio psíquico.

"... A causa de sus propios sentimientos de odio, temió perder el amor materno del cual no podía prescindir, sintió angustia ante el castigo y se criticó muy severamente por sus prohibidos deseos de venganza. (...) La madre continuó siendo un objeto amado, pero, en adelante, en la vida de la niña siempre existiría una segunda persona importante de sexo femenino intensamente odiada. Mediante este mecanismo [desplazamiento] la situación se alivió. El odio contra el objeto extraño no se acompañaba de un sentimiento de culpa tan intenso como el vivido contra la madre. Sin embargo, este odio desplazado fue una causa de numerosos padecimientos. Con el andar del tiempo este primer desplazamiento resultó ineficiente para dominar la situación.
El yo de la niña puso entonces en actividad un segundo mecanismo. Dirigió contra la propia persona el odio hasta ese momento destinado al mundo en torno. Se torturó a sí misma con autoacusaciones y sentimientos de inferioridad, y a través de la infancia y la adolescencia hasta la vida adulta hizo cuanto le fue posible a fin de perjudicarse y dañarse, subordinando siempre sus personales exigencias a las de los demás. Desde que empleó este método defensivo, se tornó evidentemente masoquista."

Freud, A. (1989). El yo y los mecanismos de defensa. México: Paidós.

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