martes, 22 de octubre de 2013

"Uno no sabe lo que gana, cuando pierde"

lunes, 21 de octubre de 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

De subjetividades y faltas.

"Este mundo social es literalmente castrante y, sin embargo, no puedo sustraerme a él, ya que sólo ahí aparece mi subjetividad; un sujeto sólo es sujeto en lo simbólico. Un ser en lo real sería sólo intensidad, en lo imaginario, sensación; ese ser sólo en lo simbólico aparece como consciencia, como identidad, como sujeto. Pero ahí está castrado, incompleto, en falta."

Janitzio Alatriste.
Facultad de Artes
Unidad Autónoma del Estado de México

El inconsciente estructurado como un lenguaje. Un poema.

"Proust reitera que la inteligencia no puede ayudarnos en esas resurreciones [de la memoria], pues las horas del pasado no van a guarecerse más que en objetos en donde ésta no ha tratado de encarnarlos. El pasado no puede hallar asilo en los objetos en los que se ha intentado conscientemente establecer relaciones con las horas vividas y, si resucita, estará desvisto de poesía."
Mugica, C. La memoria involuntaria de Marcel Proust. En Bernal G. E., Ortiz C., L. & Ortega S., C. (2012). Arte y psique. El arte como deseo. México: Universidad Autónoma del Estado de México.


Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí (...) y el me convirtió las vicistudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo.
-Marcel Proust.

miércoles, 16 de octubre de 2013

"Poder decir adiós, es crecer."

"Volvamos a la bebita B, para la que "adiós", era una de sus primeras palabras, a menudo noté que cuando su madre estaba por dejar la habitación, una fugaz expresión de tristeza aparecía en los ojos de la niña, o parecía que estaba por llorar. Pero cuando la madre agitaba la mano y le decía "adiós" parecía consolada y seguía jugando. Cuando tenía entre diez y once meses la ví practicar el gesto de adiós y recibí la impresión de que esto se había vuelto una fuente no sólo de interés sino también de consuelo. 
La capacidad creciente del bebé de percibir y comprender las cosas de su alredeor aumenta su confianza en su propia capacidad para enfrentarlas e incluso controlarlas, y también su confianza en el mundo externo. Sus experiencias repetidas con la realidad externa se convierten en los medios más importantes para superar su ansiedad presecutoria y depresiva. Esto a mi modo de ver, es la prueba de realidad, y subyace al proceso de los adultos que Freud ha descrito como parte del trabajo de duelo."

Klein, M. (1952). Desarrollos en psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.