Yo pensé que teníamos la relación más hermosa del mundo y que todo iba sobre ruedas, hasta que me encelé por primera vez. Y de ahí todo se vino en declive: mucho reclamo, mucho llanto, mucha tristeza... Y me convertí en la mujer más dramática, celosa y posesiva del mundo. Luego él tuvo su primer ataque de celos y se convirtió en el hombre más loco, celoso y grosero que he visto. Y comenzamos a pelear como si no existiera un mañana. Todos los días, todo el día. Los besos pasaron a ser gritos y el caminar tomados de la mano paso a ser huir el uno del otro a la salida de clases. Las llamadas largas y extensas con muchas risas antes de dormir pasaron a ser llamadas con llantos, que a veces mejor colgábamos o ya de plano ni contestábamos, apagábamos el teléfono... Nos hicimos tan posesivos y dependientes el uno del otro que llegamos al punto de prohibirnos a personas y todos sabemos lo que al prohibir, se detona el hacer. A escondidas, claro. Y nuestros problemas aumentaron. Y todo se volvió terrible.
Después de muchas lágrimas y muchos gritos decidimos que era hora de parar y por unos meses más volvimos a ser la pareja perfecta. Pura sonrisa todo el tiempo.
"Eres el amor de mi vida" me atreví a decirle alguna vez. "Cásate conmigo en cuanto tengamos la edad suficiente" me pidió alguna vez y claro, yo acepté. ¿Qué bonito no? Cumplimos años el mismo día y nuestro plan era casarnos un día después de nuestro cumpleaños número 18, tan romántico. O al menos eso pensaba yo a los 16. ¿Qué sería de nosotros si lo hubiesemos
cumplido? Yo me lo sigo preguntando...
Pero no todo siguió siendo perfecto, regresaron los celos, regresaron las posesiones, regresaron las prohibiciones. Hasta que un día, después de aguantarnos mucho, tuvimos una pelea horrible. Involucramos a muchísima gente que no tenía nada que ver, incluyendo familia. Y se terminó. Hasta ahí llegaron nuestros planes de irnos a vivir juntos y tener cuatro hijos, dos perros, un gato y una casa muy grande. Todo en una sola noche. Todo. O bueno, yo pensé eso.
Medio mes después de esa enorme pelea, intentamos volver a amarnos como alguna vez lo hicimos, hasta que cumplimos 18 años y nos dimos cuenta de que nuevas personas se nos cruzaban en la vida y era hora de intentarlo con alguien nuevo. Así que dos años después, con 18 años encima y un nuevo comienzo cada quién por su lado, nos dijimos "adiós" un mayo en el 2010 cuando los dos iniciamos una relación con una persona nueva. Y ahí nos dimos cuenta de que quizá, hay historias que parecen sin final, pero lo tienen.
Yo sé que el fue muy feliz con su comienzo y yo lo fui con el mío.
Hace tres meses, un año después de habernos dicho adiós, nos reencontramos. Y todo fue tan diferente... Salimos y hablamos muchas veces. Maduramos. Cambiamos. Ya no somos los mismos.
Yo pensé que era el momento de una relación "sana", "nueva", pero no. Al parecer las cosas tuvieron una especie de malentendimiento por su parte, por la mía y por la de las personas que se encuentran a nuestro alrededor.
Hace una hora aproximadamente estaba hablando con él y salieron las posesiones pasadas y presentes a la luz. ¿Enserio aún piensa eso? ¿Por qué yo ya no? ¿Enserio aún tiene ganas de sentir celos por lo pasado y por lo presente? ¿Por qué yo ya no? ¿Por qué ya me da flojera contestarle? ¿Por qué la única relación que quiero con él es la de ser amigos o de plano conocidos? Pues porque estoy harta del drama...
"Por única vez, te pido que entiendas, que este no es un cuento que lo invento yo."
-Babasónicos.
-Babasónicos.
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