¡Wow! Qué días he estado pasando.
Todos llenos de sensaciones bien chidas y ganas de vivir y ganas de mucho.
Creo que nunca me había sentido tan completa y feliz como me siento hoy. Amo la vida, la amo.
Acaba de pasar la Navidad y este año lo disfruté mucho, no fui tan grinch como lo he sido en años anteriores. Me fui a casa de mi mamá y lo pasé con mi familia. Cantamos, bebimos, bailamos, nos divertimos, platicamos, de todo. Es hermoso tener un gusto por la música pop de los ochentas y poder bailar con mis tías, fue grandioso, fui demasiado feliz.
Esta Navidad me dí cuenta de que a pesar de que creo que es una época de presumir, de poner caras contentas aunque no sea verdad y de cosas medio hipócritas, también me di cuenta de que es algo que todos necesitamos, aunque sea una sola noche; sentirnos bien en familia, ser agradecidos de estar unidos y juntos aunque haya problemas. Saber sonreir incluso si hay adversidades, qué bonito es aprender. No quiero decir que ya amo la Navidad, pero creo que recordé porqué alguna vez la amé. Todo depende de la perspectiva de la vida.
Por otra parte, dejé a mi perra sola dos días enteros, cuando regresé a verla juro solemnemente que nunca había sido tan feliz de decir hola. Es hermoso el amor que te da una mascota, es hermoso saber que tengo una mejor amiga que aunque no me hable, me escucha y está conmigo. Luna es lo mejor que me ha pasado en 19 años, lo mejor.
Y ayer Lunes, empezó la cuenta regresiva para terminar el 2011, otro año que se va.
Es el último mes del año, la última semana también y la empecé con celebraciones. Amo a mis amigos, mucho, mucho. Se armó la peda improvisada como la llama Robert, terminamos peditos todos pero muy contentos. Es chido saber que hay buena vibra y que todo está bien. Es chido celebrar un año bien intenso (al menos para mí).
¡Ya casi te vas, dos mil once! Ya casi te vas y me dejas mucho en qué pensar, me dejas mucho aprendizaje y muchas ganas de vivir. Sin querer te has convertido en uno de los años más bonitos. Uno de los años que creí terribles, que creí que todo iba peor que nunca, pero necesitaba caer para aprender. He disfrutado cada momento. Me arrepentí, pedí perdón, dije gracias, fui linda, sonreí, también fui grosera y dramática y me pasé y lastimé y me lo devolvieron. Hice mucho, de todo. Pero hay que tener lo mejor de todo. Hay que aprender de todo y saber estar bien con eso.
¡Cuánta felicidad!
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